Felipe tiene un súper. Vende un poco de todo: alimentación, productos de limpieza, golosinas... Felipe tiene una clientela fiel. Tiene que ver con que Felipe es un hombre afable, que ofrece a sus clientes, por no decir amigos, un trato personalizado. Tan personalizado que a todos les sabe el nombre y donde viven.

Para Felipe es fundamental saber donde viven sus clientes, porque, si no, no trabajaría. Felipe acerca el súper a la casa de sus clientes, a la casa de cada uno de sus clientes.

Su mapa de la comarca se recorre en tres rutas: una para lunes y jueves, otra para martes y viernes, y la tercera para miércoles y sábados. Dos veces a la semana, cada aldea, cada lugar, cada casa aislada de la zona recibe la visita de Felipe, todo un experto en la dispersión poblacional que tanto nos caracteriza.

En la cabeza de Felipe hay un mapa geográfico, con carreteras, pistas y calles. Y hay también un mapa humano, compuesto de las personas a las que atiende y para las que Felipe es un vínculo con el resto del mundo.